lunes, julio 20

Pierdo el control III

La diferencia entre una carta a una entrada en este blog es que cuando escribo una carta puedo decir, "Mira lo que te he escrito". Sin embargo, aquí es diferente. Aquí escribo para mí mismo a la espera de que algún día, por alguna casualidad, me acabes leyendo.

No poder dormir, dar vueltas en la cama y quedarme mirando a ese cajón donde, en una de tus cartas, guardo todo lo relacionado contigo.
Eso me lleva a la mente el día que, al contrario que hoy, no dormí no porque no pudiera, sino porque no quería.
Me sale una sonrisa al pensar cómo hubieses reaccionado si te hubiera dicho un "Ojalá te hubiese conocido antes" que nunca te hubiese dicho a la cara por vergüenza, o como te diría ahora un "abrázame, lo necesito" qué cuando venía de tu parte una respuesta era mucho mejor que algún abrazo físico.
Es cierto, esto estaba abocado a lo peor. Me sentía muy a gusto en esa nube que no paraba de subir y de subir sabiendo perfectamente que en cualquier momento tenía que caer.
Pero, mas allá de lo obvio, mi propósito no es poner frasecitas que suenen bien. Quiero explicarte de algún modo mi manera de comportarme.
Sé de sobra que mi manera de afrontar un problema no es ni de lejos la mejor, pero no deja de ser mi manera. Aunque te choque, cuando actuaba también lo hacía pensando en como podría repercutirte a tí de la mejor manera.
Sí, tuve una forma muy inmadura de cortar lazos contigo, pero me sentí tan estúpido en ese momento que me di cuenta que ni un solo día del verano había sido planeado para mí... Pensé en el día que me invitaste a visitar la muralla y sólo me venía a la cabeza el hecho de cuánto te insistí para llevarlo a cabo que prácticamente me parecía que todo se estaba forzando... Y, en ese momento, como muchas otras veces, a volver a ignorarnos.
Tuve la ilusión de que por mi cumpleaños dirías algo, o pasaría algo que, como siempre, me hiciera recapacitar de lo absurdo de la situación y me devolviera las ganas de llamarte pececito y olvidarlo todo y sonreír como un idiota, pero nada de eso pasó y pasaron a ser unas fiestas de mierda más del montón y yo explotando.
Simplemente, consecuencias que no tienen culpables. Cosas que al final tenían que pasar.

Sólo quiero que sepas una cosa... Da igual como se tuerzan las cosas. Si hay algo que me enorgullece es lo sincero que he sido siempre contigo, tanto lo bueno como lo malo, y como recordatorio decirte que por suerte la balanza siempre la inclinabas hacia lo bueno.

No pienso que estés loca, yo huelo muy bien. Gracias por dejarte conocer.

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