miércoles, noviembre 2

Capítulo III

Me levanté y vi que eran las dos y media de la tarde, me dolía la cabeza y no recordaba lo que había hecho la noche anterior. Normalmente no solía beber, pero aquel día en general quería olvidarme de todo lo que pasara en casa y fui cayendo de bar en bar como alma en pena. Me hice un zumo de naranja y me puse a buscar entre los recuerdos perdidos que tenía en el cajón de mi escritorio. Encontré un relato que quise recortar de un periódico y lo volví a leer. Decía así:

 "Qué considera la sociedad hoy en día importante... los pobres van en busca de dinero, los solitarios en busca de amor, los enfermos desesperan por sanarse, los creyentes van en busca de un Dios que les consuele, los depresivos buscan la felicidad... Pero yo solo quiero tiempo, tiempo para sentir tristeza, felicidad, hambre, para llenarme de comida, para indagar sobre la existencia del hombre... Siempre que mi memoria no me falle "


Nunca me paré a pensar lo importante que es la memoria para el ser humano, es aquello que define tu ser y mira por donde, yo no recordaba lo que hice ayer por la noche, pero bueno, me quedaría con lo bueno que pasó unas horas después con mi querida Yanira.
Tal y como me imaginé, allí estaba ella de nuevo, con el pelo suelto como sabe que me gusta. Nos sentamos en el banco de siempre, hablamos de las cosas de siempre pero esta vez su mirada tenía un brillo especial. Esta vez no fuimos a dar una vuelta ni a comprar pipas, esta vez me invitó a subir a su casa, desordenada pero vacía de gente. Nos quedamos un rato charlando en su habitación y me empezó a besar como nunca lo había hecho. Tenía el corazón a cien por hora, no podía pensar con claridad, cada vez la notaba más cerca y cada vez tenía menos ropa. Todo iba muy rápido pero a la vez lentísimo. Nos metimos bajo sus sábanas y experimenté sensaciones que nunca antes había sentido.
Mi primera vez. Desastrosa cómo cualquier primerizo pero maravillosa. La mejor tarde de mi vida.
Nos despedimos con un cálido beso y me susurró una frase que nunca imaginaría que fuera la que siempre recordará en mis mejores y peores momentos...
Me susurró al oído...: Mi cama huele a tí.
Qué mejor que compartir un momento como ese con la persona más especial de tu vida.
Al volver a casa, distinto día la misma mierda... Mi padre volvió de nuevo a las tantas de la noche. Quizás ya era momento de hacer algo útil por la familia uno mismo...

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